sábado, 23 de julio de 2011

El Misterio eucarístico de José Tomás

José Tomás reaparece en Valencia para reivindicar el mismo sitio que defendió con siete litros de sangre en el ruedo de Aguascalientes. Hay aficionados que discrepan y abominan de semejantes matices gore, pero el tomismo o tomasismo consiste precisamente en la dimensión eucarística.
No sólo porque el aspecto vertical y hierático del maestro recuerda la escultura de un santo martir de Salzillo, sino porque los costurones que remiendan el cuerpo del torero prueban la fertilidad de la sangre.
Le sucedía a Manolete. Tan cerca se pasaba los toros complicados que un aficionado llegó a molestarse por la valentía del matador cordobés.
- «¿Por qué no se movió usted si sabía que la res podía cogerle?», objetaba el admirador mexicano.
- «Si me hubiera movido no sería Manolete», respondió el matador con su habitual laconismo.
Viene a cuento la anécdota porque refleja la quietud, la integridad y la honestidad de José Tomás. Nadie pisa los terrenos del maestro ni, por la misma razón, nadie ha logrado suscitar la sugestión, la expectación y la histeria de Valencia en la tarde de mañana, 23 de julio de 2011.
El Cordobés -hablamos de Manuel Benítez- decía que viendo torear a José Tomás pasaba más miedo del que él mismo había sentido nunca delante de un toro. Es cuanto les sucede a los espectadores y a la feligresía militante, aunque el aspecto más atractivo y ambiguo de la tauromaquia de José Tomás consiste en el contraste que proporcionan la dimensión estética, creativa y lúdica. La medida del arte es la medida del dolor. Muchos aficionados preferimos al José Tomás poderoso, mandón, profundo, pero hemos terminado entendiendo que el samurai de las faenas heroicas es igual de genuino y de necesario. Porque si José Tomás se hubiera movido del sitio no sería José Tomás.
Llama la atención en la era de la hipercomunicación que el «reaparecido» haya sido capaz de haber concitado tanta atención desde el hermetismo y el silencio. Las faenas de Valencia se van a radiar como sucedía en la posguerra y se van a tuitear espasmo a espasmo como corresponde a la emergencia informativa del siglo XXI, pero no tolera José Tomás que las cámaras de televisión transgredan el misterio del ruedo.
La explicación se encuentra probablemente en el testimonio de Rafael de Paula, cuya dimensión catódica en la moviola resulta decepcionante respecto a las emociones que suscitaba en la plaza. Decía el maestro de Jerez que el Espíritu Santo no se aparece en el televisor. Sucede con José Tomás en la comunión de los fieles y en el trance de la sangre derramada, aunque el maestro nos ha concedido siempre el premio de la resurrección.

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